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Gastronomía andaluza: el valor, se le presupone

La cocina andaluza es tan variada y rica como la región misma. Adaptada a las condiciones de su extenso territorio, la gastronomia andaluza esta gobernada por una filosofía que refleja también el modo de vida de sus gentes, llena de sencillez y del deseo de compartir.

Aunque Andalucía es una de las regiones españolas más conocidas en el mundo no ocurre lo mismo con su cocina. En ocasiones, se consideran platos andaluces algunos que son típicos en toda España, como la tortilla de patata, o de otras regiones, como la paella.
 

Pescadito frito

Pescadito frito


Existe una frase muy repetida que asegura que en Andalucía no se come: se tapea. Hace referencia a la costumbre, extendida a todo el país, de servir en los bares una pequeña ración de comida gratis — tapa —, con cualquier bebida que se consuma. Pero más allá de esta tradición, se puede afirmar que comer de tapas en los bares de Sevilla es la norma. Un poco mas grandes que las tapas gratuitas (que son muy a menudo las famosas aceitunas), mas bien baratas y con infinitas posibilidades culinarias, las tapas son la “estrella” de los restaurantes andaluces, para el gusto de todos.

La gastronomía andaluza no es homogénea al ser una región de gran extensión territorial, pero hay dos platos que están presentes en toda su geografía: el gazpacho y las frituras de pescado. Por otro lado sus embutidos, variadísimos según la zona, son platos de gourmet solicitados en todo el mundo. Arroces caldosos de Almería, espetos de sardinas de las costas de Granada y Málaga, choto (cabrito) en salsa de Las Alpujarras, habas con jamón de Granada, espinacas aliñadas de Jaén, salmorejo cordobés, mariscos gaditanos, embutidos de Huelva o asado de ternera a la sevillana, son platos de raíces antiguas que llegan a los platos de hoy.

La cocina tradicional andaluza tiene como ingredientes principales pan, aceite de oliva, cereales, vino, leche, hortalizas, frutas, azúcar, miel, carnes y pescados. Con materias tan básicas como pan, ajo y aceite se elaboran los ajos blancos y las migas. Y añadiendo algún ingrediente más como el pimiento y el tomate se obtiene el gazpacho y el salmorejo.

Las hortalizas son la base de platos como la pipirrana, con cebolla, pimientos y tomate sazonados como ensalada y consumido en crudo. Solo en Andalucía es posible hacer de algo tan humilde como un tomate un manjar, se trata del “tomate aliñao”: tomate fresco cortado en rodajas con aceite de oliva, ajo picado, perejil y sal.

El pescado, generalmente en fritura o asado, es básico en esta cocina. También los mariscos, que se consumen crudos o a la plancha, sin alterar su sabor original con aderezos ni salsas.

La cocina de montaña tiene en las piezas de caza su base: jabalí, ciervo, conejo o perdiz. Y no podemos olvidar el cerdo, ibérico o no, y los jamones y embutidos de él derivados.

Los postres andaluces tienen profundas raíces andalusíes y las almendras, almíbares, y frutos de sartén son de reconocida fama mundial: dulces fritos como buñuelos o pestiños; mantecados y polvorones de Estepa, alfajores, piononos de Santa Fe, torta real.

Es, además, una cocina inteligente que se adapta a la perfección a los climas extremos a lo largo del año y a los usos y costumbres de los andaluces. La cocina de la simplicidad, como la filosofía de vida andaluza.

 

Foto: jlastras