La tortilla de patata, en contraste con todos los tipos de omelettes que existen, es conocida como tortilla española.
La patata (o papa, su nombre original derivado del quechua) es un tubérculo que llegó a Europa de mano de la conquista española de América, en concreto de la zona andina. Actualmente, en el Perú, existen más de dos mil variedades de patata.
Su procedencia va íntimamente ligada al origen de la receta pues se habla de que ya los aztecas conocían la tortilla de huevos, aunque no se dice nada de la patata como ingrediente. En España hay más leyenda que datos fiables sobre quién tuvo la original idea de combinar los dos ingredientes principales.
La tortilla de patata o española suele además llevar otro ingrediente, que varía en función de los gustos: la cebolla. Esta hortaliza proporciona jugosidad, característica indispensable en toda buena tortilla de patata.
Su elaboración es muy simple: las patatas, cortadas al gusto pero fundamentalmente pequeñas (en trozos, en láminas) se fríen sin llegar a tostarse, solas o con cebolla, y se mezclan con los huevos batidos antes de cuajarlos. La mezcla se pone sobre una sartén engrasada con aceite de oliva y se deja cuajar dándole vuelta con un plato para pasarla por los dos lados.
Y punto. ¿Nada más? En principio no.
No hay una tortilla de patata igual a otra, ni en todas las regiones de España ni de una casa a otra: hay quien la prefiere con el huevo a medio hacer, garantizando la jugosidad; hay quien gusta de una tortilla algo más hecha. Cuestión de gustos.
Lo cierto es que la tortilla de patata admite tantas variaciones como ingredientes de más queramos añadir. Está la paisana, con verduras y chorizo; con setas, carnes, sólo de verduras, con patatas cocidas en lugar de fritas. Incluso hasta sin huevo o “deconstruidas”, al estilo de Ferrán Adriá.
La tortilla de patata puede comerse como plato único, en bocadillo o en porciones, como el famoso “pincho de tortilla”.
En función de la cantidad de ingredientes también varían los tamaños. No hay normas establecidas. Este, tal vez, sea el secreto de la tortilla de patata: todo el mundo —más o menos— sabe cómo hacerla, pero el resultado nunca es igual. Sólo hay una forma de averiguar cuál es la que más nos gusta: probarla.
Foto: cássio abreu