Entre los productos que obtenemos del mundo animal, los derivados del cerdo ibérico son de los de mayor calidad tanto desde el punto de vista gastronómico como desde el nutricional. Del cerdo ibérico obtenemos productos tan variados como:
- Jamón
- Lomo
- Chorizo
- Salchichón
- Morcón
- Morcilla
- Tocino
Todos ellos son productos de inmejorable calidad, gracias a una excelente materia prima y a que todos los procesos a los que se ven sometidos están controlados con las medidas más exigentes de salubridad, elaboración y transporte. Para ello, todos los productos derivados del cerdo Ibérico están amparados por Denominaciones de Origen Controladas que garantizan su calidad.
El cerdo Ibérico es una raza única en el mundo, estrechamente unida a las dehesas, lugares donde se crían en libertad. Conscientes de ello, los ganaderos españoles miman hasta el último detalle del cuidado de sus animales: su alimentación, su reproducción, su control sanitario e, incluso, su matanza.
Los expertos en gastronomía, los gourmets en busca de alguna delicatesen, saben la importancia que tiene consumir productos tradicionales, porque la experiencia de sus elaboradores, cimentada en años o siglos, es el verdadero secreto de cualquier alimento de excepción. En el caso del cerdo ibérico, la tradición es fundamental.
Por ejemplo, para la curación del jamón este se somete a un proceso de salazón durante 2 a 3 años. En las bodegas, el jamón pierde hasta un 35% de su masa y se procesan de manera natural todos su nutrientes. Así nos encontramos con que 100 gramos de jamón aporta más de 40 gramos de proteínas y solo 230 kcal, por lo que muy frecuentemente las personas que siguen dietas también pueden disfrutar de su consumo.
Cuidado y tradición son los secretos de los productos del cerdo ibérico. Cualquiera de ellos es un ingrediente de cientos de recetas tradicionales españolas, capaz de adaptarse perfectamente a las nuevas creaciones gastronómicas de cualquier país.
Foto: Cruccone