Como bien saben los aficionados y expertos gastronómicos, las recetas más simples suelen ser las mejores. Este es el caso del pa amb tomàquet (pan con tomate en catalán), considerado un ejemplo perfecto de la famosa, equilibrada y saludable dieta mediterránea.
Es tan sencillo como tomar una rebanada de pan, tostado o no (un buen pan, claro, tipo payés), frotar su superficie con tomate crudo y aliñarlo con sal. Es tradicional de la gastronomía catalana, balear y aragonesa, y es conocido como “pan a la catalana” o «pantumaca».
Puesto que se ha extendido por toda la geografía española, han ido apareciendo variedades: en el sur es típico añadirle aceite de oliva virgen (y se le denomina mollete) y, en otros lugares, se frota el pan con ajo para darle un toque picante. Se toma solo o se le pone una loncha de jamón Ibérico, como tapa o de acompañamiento con otros platos.
Si la costumbre de juntar pan y aceite de oliva viene de la época de los griegos, de ahí su tradición mediterránea, hasta el descubrimiento de América no se podrá añadir el ingrediente que mejor lo define: el tomate.
La primeras referencias del pan con tomate tienen más de dos siglos y su invención se le atribuye al entorno rural como forma de aprovechar el excedente de producción de tomate y para ablandar el pan duro.
En Cataluña, el pan con tomate ha traspasado las fronteras gastronómicas para convertirse en un símbolo cultural. Su consumo más que habitual es casi obligado.
Para obtener el mejor resultado es de gran importancia el tipo de pan que se use, porque debe absorber el jugo del tomate para ganar en jugosidad pero sin llegar a “ensoparse”. Lo mismo ocurre cuando se le añade aceite: debe empaparse pero que no chorree por los lados ni se filtre por la miga.
Sin embargo, precisamente por su sencillez de preparación, la receta original se desvirtúa en función de gustos o, en el peor de los casos, por desconocimiento. No se trata de echar tomate frito triturado sobre el pan como si estuviéramos preparando una pizza. Tampoco es un bocadillo con unas cuantas rodajas de tomate, por muy finamente cortadas que estén.
Hace poco, un empresario catalán ha “patentado” la receta del pan con tomate para su fabricación a nivel industrial. Su fórmula consiste en añadirle tomate a la masa para obtener un pan de color rojizo y con sabor a tomate. Tal vez sea un éxito comercial, pero gastronómicamente está muy lejos del tradicional pan con tomate o pantumaca.
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